La actitud ante el morir y la muerte, las imágenes del morir y de la muerte han sufrido en el desarrollo histórico muchos cambio. Hoy, al contrario que antes, se puede hablar de heterogeneidad tanto con respecto a la actitud ante el morir y la muerte como también con respecto al concepto de morir y muerte.
Se llega a estas conclusiones a partir de la panorámica de trabajos sobre el tema del morir y la muerte:
1. Existen diferencias muy grandes en las actitudes de la gente mayor ante el morir y la muerte;
2. Los significados que puede tener la muerte para la gente mayor varían también de modo muy fuerte.
3. También las formas de superación en la confrontación con morir y muerte muestran una gran heterogeneidad.
Adicionalmente se constata que la gente mayor de ninguna manera tiene una actitud ante el morir y la muerte más negativa o más conflictiva que la gente más joven.
Además se puede acentuar que se pueden encontrar en cada tramo de edad muy diversas formas de elaboración y estrategias de superación, así como altamente heterogéneos y subjetivos significados del morir y la muerte.
La Confrontación con el morir y la muerte
En la literatura tanatológica se ha discutido sobre si el hombre actual todavía se confronta con situaciones límite de la vida, como morir y muerte o si las calla , niega o reprime. Esta cuestión se trata de modo diferenciado en la literatura más actual.
Cada vez más frecuente es la muerte en instituciones ocultas a la opinión pública, por ejemplo, en residencias de ancianos y clínicas, puede conducir a que la persona humana en su experiencia temporal pierda su propio futuro, y con ello su experiencia del presente se desvanece, y la elaboración de la experiencia de pérdida y separación en el curso vital puede fortalecer los recursos para aceptar la propia muerte.
La intensidad de la ocupación mental con la muerte y el morir depende de la percepción del buen estado de salud, pero de ninguna manera de modo unilateral. La enfermedad puede conducir a una mayor ocupación con pensamientos de muerte y morir, pero no necesariamente. Del mismo modo, variables como religiosidad y otras de índole socio-demográficas no actúan en una sola dirección. Una aclaración a este resultado, junto a constructos difíciles de operativizar como enfermedad, religiosidad y otros constructos socio demográficos, debe de contemplar en esta temática ante todo varianzas intra e inter individuales.
La enfermedad, aún teniendo el mismo diagnóstico, puede ser elaborada subjetivamente de modos diversos. La misma enfermedad puede traer consigo miedo, pavor, y desesperación, pero también despertar esperanza. También el miedo, el pavor, y la desesperación pueden formar muy diferentes imágenes en la experiencia y la conducta de cada individuo, según sea la situación actual y la historia personal, y con ello también tomar posición intra e inter individualmente de modo diverso.
Lo mismo puede ser dicho aún y siempre del estatus social percibido y de la religiosidad. La confrontación mental con la muerte y el morir es, como la muerte misma un proceso muy individual, y esta individualidad se ha tratado estadísticamente de modo muy flojo con los constructos en cuestión. Cuando se trata de correlaciones, aún siendo significantes, son numéricamente más bien muy escasas y aclaran poco la varianza común.
La persona humana muestra un gran número de formas de confrontación con las situaciones de sobre carga. Y estas pueden aparecer en las más diversas configuraciones según la situación.
Análisis:
1. Parece ser muy importante para el hombre tomar como tareas vitales las situaciones de sobrecarga , crisis, etc, tomarlas como situaciones con las cuales el hombre debe confrontarse de modo activo, con las cuales él tiene que tomar posición.
2. Además en estas investigaciones quedó claro que la búsqueda de “sentido” puede serle de ayuda a la persona, para afirmar su vida. La aceptación de la propia vida parece aliviar de nuevo la conciencia de las situaciones límite existenciales y con ello también aliviar la experiencia de la propia finitud.
El morir como un proceso
Kübler-Ross, decía sobre la muerte y el morir: hablaba de las cinco fases en el proceso terminal: negación, ira, pacto depresion y aceptación. La mayor parte de los trabajos tanatológicos se ocupan con aspectos de las actitudes, imágenes y conceptos de morir.
Sobre el propio proceso de morir, el cual se supone que es de naturaleza individual, hay pocas aportaciones. Se ha comprobado que los componentes psicológicos de un síndrome “prefinal” con una creciente disminución de la distancia temporal con la propia muerte con frecuencia son un debilitamiento del rendimiento cognitivo, el fortalecimiento de diversos mecanismos de defensa y, en parte, extremas oscilaciones de ánimo. Adicionalmente se puede comprobar una determinada fijación con temas del ámbito personal y/o vital. Teniendo en cuenta una, por supuesto, realista consideración del morir como proceso entonces la evolución del mismo puede adoptar formas muy diferentes incluso en un marco de referencia tanto intra como interindividual.
Parece relativamente seguro que una aceptación profundamente anclada de la propia vida vivida puede llevar consigo la aceptación de la propia muerte. Del mismo modo la hipótesis de Erikson según la cual integridad del yo y pavor a la muerte correlacionan negativamente parece que resiste una comprobación empírica.
En investigaciones se llega a un hallazgo que completa los resultados ya mencionados. El reunió biografías de moribundos hasta su muerte, las documentó muy cuidadosamente y trabajó ese material a la búsqueda de procesos de confrontación con el morir y la muerte.
Se individualizaron cinco formas de discurrir el procesos de morir, en las cuales quedó claro que los momentos personales y los aspectos del entorno social junto al tipo y curso de la enfermedad juegan un papel importante en la observada configuración del proceso de morir.
De acuerdo con esa misma investigación se puede comprobar que en el proceso final aparecen con frecuencia imágenes depresivas que pueden favorecer o evitar síntomas depresivos. También parece que juegan un gran papel la perspectiva temporal individual y el sentimiento de estar agobiado.
Todavía no se ha aclarado suficientemente en qué medida son aplicables las observaciones e investigaciones sobre el modo de la elaboración de las enfermedades mortales y también sobre el modo de la confrontación con el morir, aunque tampoco ello es improbable.