Disociación de la Personalidad: flotando, hasta la próxima zambullida

Imaginemos el psiquismo humano como un “iceberg”. Sólo 1/10 del bloque de hielo emerge sobre la superficie de las aguas: el consciente.

Por la trasparencia de las aguas se pue­de observar un poco de lo sumergido: lo preconsciente. Basta mirar, prestar atención, para per­cibir el pasaje del aire por las vías respiratorias, el contacto de la ropa, la humedad ambiente, los ruiditos, aunque sin percepción consciente de la sensación preconsciente. Basta prestar atención.

Nada aparece de lo que se trama o actúa en el fondo. Sucede a veces que una tempestad da vuelta el bloque de hielo. Se sumerge el conscien­te o se vuelve inconsciente, y parte del inconsciente emerge o aparenta ser consciente.

Ocurre en esos cambias de personalidad que una persona se acuesta en el pasto, “duerme”… y “despierta”‘ a 2.500 kilómetros de distancia. Realizó un complicado viaje en ómnibus, hizo auto­stop, anduvo en tren, se hospedó en hoteles, seleccionó el menú en los restaurantes…

Cuando el “iceberg” vuelve a la posición habitual, cuando “despierta”, no recuerda absoluta­mente nada.
En la hipnosis, por ejemplo, un nuevo tipo de zambullida, un nuevo tipo de estado altera do de conciencia, el psicólogo verifica que el in­consciente “tomó las riendas” y “se hizo pasar”‘ por el consciente.

No son ideas o sentimientos de un “espí­ritu ajeno” que se incorporó temporariamente y se fue. Son ideas constitutivas, partes complementa­rias del mismo “yo”.

El gran pionero, Pierre Janet, escribe:
“Un enfermo, un sonámbulo, se levanta de su cama durante la noche, hace toda especie de bo­badas y, particularmente, escribe una carta amenazando a una per­sona. Este documento llega a mis manos sin que el enfermo lo sepa. Este, a su vez, al despertar no se acordaba de nada. Sólo varios días más tarde tuve ocasión de repetir con él la experiencia de la bola de cristal (“cristalomancia”), una de tantas técnicas o “mancias” para que el inconsciente se proyecte alucinatoriamente). Como el enfermo pretendía ver en ella letras escritas, yo le dije;- “Tome un bolígrafo y pa­pel y copie lo que ve en el vidrio. El copió palabra por palabra, salteando solamente las que no conseguía leer. Parecía copias las frases sin comprenderlas, y así lo afirmaba. Bien, el resultado fue que escribió exactamente, como si la hubiera copiado, la carta que ya escri­biera durante el acceso de sonambulismo nocturno, y que estaba en mi poder,

Jean Lhermitte, el famoso psiquiatra de la Academia de Medicina de París, se expresaba así en el VIII Congreso Internacional de Psicología Religiosa:

Como insisten Hughlings, Jackson y su discípulo Kinnier Wilson, el mal comicial (epi­lepsia), reproduce, por la disociación, de las funciones mentales, todos los estados de degradación de la concien­cia que se puedan imaginar. En el más alto grado, la con­ciencia puede aparecer comple­tamente suspendida: la persona se transforma en robot, en má­quina elemental. Camina, corre. Y la crisis no deja memoria al­guna.
En otros casos, el automatismo se muestra más complicado: así, una de mis pacientes se admiraba frecuentemente de ver, de mañana, su mesa servida y los platos puestos sin que ella (según pensaba) hubiese tocado nada.
Otra paciente se encontró un día sirviendo a sus hijos cos­tillas asadas, con las manos carbonizadas. Un médico, duran te una ausencia (da conciencia) proseguía imperturbable el examen de su paciente y pudo es­tablecer el diagnóstico correcto.
Cuando recobró la conciencia, no conservaba ningún recuerdo de la lección que acababa de enseñar. Aún más, un escultor en madera, observado por Marchand, ejecutaba durante sus ausencias (de conciencia) trabajos mucho más complicados que durante el es­tado consciente”.

No voy a entrar ahora en la distinción entre la inconsciencia por división de la persona­lidad (en que hay prosopopeya, se da nombre, o se bautiza a las partes disociadas) y estas ausencias de conciencia, que algunos llamaron “epilepsia Psí­quica”.

En ninguno de los dos casos se trata de espíritus de muertos, a pesar de “no tener conciencia…,”

Es sólo disfunción cerebral. “Relaciones rotas del cerebro con el pensamiento” consciente, en la expresión de Lhermitte, Un grado avanzado de la epilepsia en un caso, patológico en ambos.

Es frecuente en esos casos que primus ig­nore, completamente y siempre, al menos alguna de esas partes desgarradas. La personificación, secundus, puede ser plenamente independiente, separada completamente de la personalidad oficial o primus.

Puede ocurrir también que la parte del inconsciente, que se manifestó espontáneamente, no sea accesible a la exploración del psicólogo, ni controlable por él; el psiquismo humano es muy pro­fundo.

En estos casos el consciente ni está pre­sente, ni puede intervenir, ni recordará jamás.

Por ejemplo, en el famoso caso “Las tres caras de Eva”:

Eva Negra, Eva Blanca y Jane. Eva Negra afirmó que gozó de una vida independiente desdé la infancia. Muchos años antes de irrumpir la disociación de la personalidad

Los investigadores dudaron, pensaron que sería una de tantas mentiras. Pero el escepticismo fue derribado cuando verificaron que “su memoria proporcionaba un infinito número de evidencias in­directas, pues podía, por ejemplo, hacer relatos bastantes fieles de los castigos a que fuera some­tida en la infancia, así como de las infracciones en que incurriera para ser castigada”, y Eva Blanca era absolutamente incapaz de recordar esos hechos”. Comprobaron científicamente que la palabra de Eva Blanca estaba por encima de cualquier sospecha.
De hecho, no tenían acceso a la memoria prácticamente inagotable de Eva Negra.
Y no obstante esa aparente independencia total, se trata irrefutablemente de dos partes di­vididas de una misma personalidad… La misma apa­rente independencia se encuentra en numerosos otros casos de división de la personalidad.

 

Cigaraotuso

Cigaraotuso Autor Tutor

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