Desde el plano espiritual, entendemos que el fin del acompañamiento consiste en detectar las necesidades e intentar acompañar a la persona en su satisfacción. La no satisfacción de necesidades, habitualmente produce sufrimiento.
Las necesidades espirituales se refieren al cuestionamiento del hombre sobre sí mismo y su satisfacción requiere un camino íntimo y trascendente a la vez.
En el acompañamiento espiritual, los objetivos fundamentales son la eliminación del sufrimiento innecesario, luchar contra el sufrimiento injusto y evitable, mitigar en lo posible el sufrimiento inevitable, asumir el sufrimiento que no se puede superar en actitud sana.
Es decir, se trata de acompañar a vivir el morir de manera apropiada con Dios, manteniendo en todo lo posible el protagonismo.
La primera y fundamental necesidad espiritual es la de ser reconocido siempre como persona, independientemente del estado de salud que uno tenga. El enfermo experimenta la necesidad de ser nombrado, ser sujeto y no sólo objeto de cuidados, porque al final de la vida y en la proximidad de la muerte, la persona es extremadamente vulnerable.
Ser digno, es la primera necesidad espiritual del enfermo terminal.
Acompañar a la muerte significa: aventurarse en un camino con el enfermo terminal para ayudarlo a cumplir su propia vida con humanidad, sensibilidad y actitudes de escuchar el sufrimiento del otro.
Sin duda que, el acompañamiento de los enfermos terminales mediante la asistencia domiciliaria y el uso de la medicina paliativa se le puede brindar mejores posibilidades de volver más humano el proceso del morir. Se necesita hoy una humanidad sensible en el respeto de las necesidades, de los derechos y de los valores humanos. Es fundamental la disponibilidad compartir miedos, angustias y esperanzas.
El proceso del morir es un progresivo separarse de la propia vida y de manera especial de las personas que han sido significativas durante su vida. La calidad de las relaciones que el paciente logra establecer con el personal sanitario y mantener con los familiares se vuelve importante. El enfermo necesita ser comprendido y ayudado a mantener las propias relaciones para conservar su autoestima e identidad.
El asistente espiritual es aquel que busca ayudar al enfermo a expresar la propia dimensión trascendental y la propia espiritualidad. El enfermo puede interrogarse sobre el sentido de su vivir, sobre lo que le espera después de la muerte, sobre la razón de tanto sufrimiento y sobre las razones de la muerte.
Vivir en una condición de terminalidad puede ser la oportunidad de reconciliación consigo mismo, con los otros y con Dios y la ocasión para abrirse a una realidad con consecuencias muy distintas a la terrena que producen gran emoción.
El asistente espiritual debe ayudar al enfermo a aceptar la realidad y a considerar el tiempo de la enfermedad como el momento de crecer hacia una autentica capacidad de amor y de acercamiento del viaje del alma hacia Dios.
Aprender a morir en vida
La muerte es la dolorosa constatación de nuestra total impotencia ante la finitud. Es un fracaso, la derrota de todos los esfuerzos y logros. La muerte es la certeza ineludible que nos acompaña desde el momento de nacer: vamos a morir y no sabemos cuándo.
El sufrimiento, la enfermedad, las pérdidas y todas las situaciones difíciles de la vida, son el impulso que se nos da para que trabajemos nuestro interior para facilitar la transformación de nuestra necesidad de amor y entender la verdad sobre la muerte que es negada por nuestro inconsciente.
En el momento en que podemos soltar, renunciar a aspectos del propio ego, aprendemos, de hecho, a morir.
Si queremos prepararnos para una muerte digna deberíamos aprender a vivir… muriendo. Sólo ese duro ejercicio de paciencia y amor para con nosotros mismos nos familiarizará suficientemente con la muerte a fin de vencer nuestro temor.
La muerte cotidiana, la práctica cotidiana del arte del desapego nos regala difíciles pero preciosas ocasiones de aprender a vivir muriendo. Cada vez que morimos, cada vez que nos desapegamos de aspectos que creemos ser nosotros mismos, vamos limpiando nuestro interior.
Es necesario morir internamente a todos los apegos que nos atan a nuestro pequeño ego para así liberar nuestro auténtico Yo. El conocerse a sí mismo es la feliz recompensa que alcanzan aquellos que hacen frente a su propia muerte.
Cigaraotuso