El arte de la Hipnosis en sus orígenes y durante mucho tiempo se englobó dentro del magnetismo. Desde principios del siglo XIX se ha visto sometida a numerosos debates y especulaciones científicas. Fue el médico austríaco Franz Antón Mesmer quien inició la técnica de Hipnosis, a la que denominó ‘magnetismo animal’.
Según Mesmer, el Universo estaría bañado por un fluido sutil, que rodearía y penetraría toda la materia, de manera que cada individuo actuaría como un imán, cuyo polo norte sería la cabeza y los pies serían el polo sur. La enfermedad se produciría por una mala distribución de ese fluido. Pero el médico se consideró un fraude por parte de la comunidad científica de la época.
Evolución de la Hipnosis
A pesar de todas las críticas, especialmente de quienes consideraban que la imaginación y no el magnetismo eran las causas de las curaciones, el arte de la Hipnosis continuó practicándose y ganando seguidores. Fue el marqués de Puysegur quien le dio un nuevo impulso y una nueva dirección. Esto, al sumir a los pacientes en un profundo sueño en el que se lograba, paradójicamente, que los pacientes estuvieran más conscientes que en estado de vigilia.
Esto evolucionó con el uso del término ‘Hipnosis’ por el inglés James Braid. A partir de allí, empezó a ser utilizada por psicólogos y psiquiatras. Estos descubrieron que algunas personas lograban entrar en trance mirando fijamente un objeto brillante. El psiquiatra francés Charcot consideró a esta técnica como una neurosis histérica artificial. Incluso Freud la utilizó en algún momento, pero, dado el carácter aleatorio y temporal de los resultados, lo abandonó a favor del psicoanálisis.
Aún hoy en día, sigue provocando debate dentro de la comunidad científica, a pesar de los resultados obtenidos en el tratamiento del dolor o en la lucha contra el tabaco, para superar dependencias como el alcohol, para relajarse y prevenir el estrés, incluso para superar fobias o el miedo a volar. En la actualidad, esta técnica ha tomado fuerza gracias al esfuerzo de muchos practicantes.
Por Joan Luz