El simple hecho de ser consciente ahora mismo

 

 

Imagina el cielo en una clara mañana de primavera, completamente transparente, vacío y vívidamente fresco. Está vivo, aunque no hay nada allí.

No hay otro objetivo que la realización de la libertad natural, sin esfuerzo, sin tacha y sin defectos, el hecho único de la conciencia, auto-radiante y libre de discursividad.

Esta experiencia del vacío del cielo y al mismo tiempo su presencia viva a menudo se utiliza como analogía de la experiencia del despertar espiritual. El cielo se percibe simultáneamente como una presencia y una ausencia. La misma paradoja se vuelve aparente en el instante de la realización espiritual. Hay una sensación inexplicable de ausencia y presencia, de vacío y plenitud.

Sin embargo, la analogía del cielo no es perfecta, porque el cielo generalmente se percibe como algo “allá afuera”, separado del perceptor. La realización simultánea del vacío y la presencia viva que ocurre con el despertar espiritual no está limitada por este tipo de relación sujeto-objeto.

“Eso” simplemente está aquí, tanto dentro como fuera de nuestra forma física. De hecho, la sensación de adentro y afuera se desvanece como resultado de este reconocimiento. El cielo vacío ―continuando con la analogía― pasa a través de todo. No hay adentro ni afuera. No tiene fronteras. No hay aquí ni allá, no existe un perceptor separado de algo percibido.

En esta analogía del cielo vacío, el cielo significa la naturaleza de la Conciencia.

La Conciencia es el “eso” que está aquí. Como el cielo, la Conciencia está vacía de toda forma, sin embargo las formas surgen y se desvanecen dentro de ella. Al igual que el cielo, la Conciencia vibra con lo que podría llamarse “Vida”, sin embargo, Vida que es invisible y sin sustancia.

No es coincidencia que estas palabras comiencen a sonar como descripciones de “Dios”. Dios, después de todo, se describe como omnisciencia y omnipresencia, que son simplemente otras palabras para la Conciencia. Y uno de los noventa y nueve nombres de Dios en el Islam es al-Hayy, “el Viviente”. Para muchas tradiciones religiosas, la idea de Dios (o dioses) ha sido una manera conveniente tanto para expresar aspectos de las dimensiones sagradas del ser que todos intuimos naturalmente, como para extender un sentido de autoridad sagrada para asegurar la cohesión social. Sin embargo, uno de los problemas con esta convención es que ha llevado a exteriorizar lo sagrado como algo diferente, algo fundamentalmente inabordable.

En los cursos de formación y retiros del Sendero Abierto (Open Path) de la Vía Sufí (Sufi Way), nos enfocamos en reconocer experiencialmente la naturaleza no-dual de la Conciencia, sin el contexto de las narrativas o interpretaciones religiosas. La naturaleza de la Conciencia es reconocida como “no-dual” porque no tiene opuesto. No hay “No-Conciencia”. Para que la No-Conciencia sea, tendría que ser conocida, luego estaría incluida en la Conciencia. La Conciencia se reconoce en este sentido como el fundamento original del ser. Todo lo que percibimos, cada objeto, pensamiento, emoción, sensación y recuerdo se reconoce porque aparece en la Conciencia. Como dijo el sabio hindú Sri Nisargadatta Maharaj:

La conciencia es primordial; es el estado original, sin principio ni fin, sin causa, sin sostén, sin partes, sin cambio… Es la matriz común de cada experiencia.

Me gustaría presentar aquí tres temas explorados en el trabajo del Open Path a medida que aprendemos a reconocer la naturaleza ilimitada y lúcida de la Conciencia y nuestra unidad con ella. Estos temas son: la intimidad de la Conciencia; la ausencia del yo; y la liberación al inicio. Mientras hablo de estos temas como parte del “trabajo” de Open Path, los movimientos implicados no son en realidad un esfuerzo. El esfuerzo implica buscar un determinado resultado. El resultado de este trabajo se obtiene solo cuando se abandona la búsqueda de resultados, y nos abrimos a lo que ya es.

La Intimidad de la Conciencia
Los primeros pasos de este trabajo implican volver al simple hecho de ser consciente ahora mismo. No es difícil, puedes hacerlo incluso mientras lees estas palabras. Te das cuenta de que las palabras y sus significados surgen en tu conciencia. Quizás también seas consciente de los objetos en la periferia de tu visión. Sientes la presión de la gravedad atrayéndote hacia la tierra. Puede ser consciente de otras sensaciones en tu cuerpo o de sonidos en tu entorno.

Al mismo tiempo, te das cuenta de que eres consciente. Sin embargo, la sensación de conciencia no se presenta como estas otras percepciones ― palabras, sensación de gravedad, sonidos. La conciencia en sí misma es como el cielo, vacía, y al mismo tiempo el aspecto más íntimo y vivo de tu ser. ¿Qué podría estar más cerca de ti que la conciencia? Está tan cerca que eres tú ― ya que sin conciencia no existiría la sensación de que existe un “tú” o, para el caso, de que exista “existencia”.

Uno de los grandes maestros no-duales del siglo XX, Jean Klein, describió la Conciencia como “la más cercana, la más querida”. Esto apunta nuevamente al reconocimiento de la Conciencia como la intimidad primordial de nosotros mismos con el universo entero. De hecho, cuando llegamos a abrirnos a este reconocimiento inconfundible, no podemos dejar de sorprendernos por su total familiaridad. Lo que sea de lo que estamos hablando es nuestra propia naturaleza, así como también la naturaleza de todo(s). No es algo diferente, no es una santidad etérea vislumbrada desde lejos. Podemos recordar aquí las palabras de Jesús, “El reino de Dios está dentro de vosotros”, y en el hadiz, “El que se conoce a sí mismo conoce a su Señor”.

Esta visión de la Conciencia como completamente familiar e íntima podría colisionar con nuestra expectativa de que Dios es una Inmensidad y Majestad mucho más allá de nuestra capacidad de conocer. Pero ambos sentidos son posibles. Lo que significan las palabras “Dios” y “Conciencia” es a la vez íntimo e impresionante. Es a la vez nuestra identidad primordial e incognoscible.

Puede parecer exagerado considerar que tu conciencia ordinaria ―la conciencia presente en este momento mientras lees estas palabras― es una y la misma Conciencia referida como la Realidad Suprema, la Naturaleza de Buda, la Consciencia de Dios, la Mente Primordial, etc. Esta aparente contradicción resulta en gran parte porque tenemos el hábito de asociar la conciencia con nuestro sentido privado del yo, que incluye todas nuestras actitudes y estados de ánimo sobre los contenidos de nuestra conciencia.

A medida que se revela el estado despierto básico de nuestro ser, libre de las historias de nuestro sentido de un yo personal, experimentamos una especie de apertura a la quietud, la quietud y la lucidez de la Conciencia en sí misma, sin contenido. Esta apertura a la quietud no significa que nuestras mentes estén desprovistas de todos los pensamientos, emociones o sensaciones. Los pensamientos, emociones y sensaciones continúan surgiendo en su forma normal, pero ya no nos consideramos una entidad ubicada en relación con ellos.

Nada se agrega. Somos conscientes de la forma en que siempre hemos sido conscientes. Pero ahora estamos abiertos a lo ilimitado de la Conciencia “ordinaria”, que ya no se identifica con, o se limita a, la ubicación aparente de nuestro sentido personal de yo. Independientemente de los contenidos que surjan en la Conciencia ―claridad, oscuridad, estados de ánimo, somnolencia, ruido, silencio, emociones― reconocemos que no tiñen ni marcan la Conciencia en sí, del mismo modo que el cielo no queda marcado por las nubes que lo atraviesan.

También llegamos a reconocer que la Conciencia no es “nuestra”. Nosotros no la producimos. No es privada para nosotros. Es una matriz ilimitada de la Nada Despierta en la que todo surge y desaparece. Esta comprensión a menudo viene con una carcajada de sorpresa, como reconocer algo que siempre hemos sabido pero que de alguna manera olvidamos. La Conciencia es el océano sin orillas de la Presencia íntima y viva en la que estamos inmersos.

La ausencia del yo
Uno de los movimientos fundamentales involucrados en el trabajo del Open Path ―y en cualquier enfoque de la realización no-dual― implica abandonar el concepto-yo, como se mencionó anteriormente, donde nos imaginamos que somos una “entidad ubicada en relación con” pensamientos , emociones, objetos y sensaciones. Este cambio libera la sensación de ser un “yo” en una ubicación, siendo un punto de referencia. Ya no soy el pensador de mis pensamientos, el sentidor de mis emociones, el perceptor de objetos, el sensor de mis sensaciones o el hacedor de mis acciones. Estas denominaciones ―”pensador”, “sentidor”, “hacedor”, etc.― pueden ser formas convenientes de hablar, pero tienden a reificar la suposición de que hay un “alguien” detrás de cada una de estas funciones.

Exploremos esto directamente por un momento. Si te preguntaras a ti mismo, “¿estoy consciente ahora mismo?” Tendrías que responder, “Sí”. No sería posible que registraras la pregunta sin estar consciente. Ahora mira cuidadosamente y pregúntate: “¿Qué es lo que es o está consciente?” ¿Puedes encontrar algo? Ve despacio en este punto, sé el científico de tu experiencia. Algunas personas se van de aquí y declaran que este tipo de indagación es demasiado abstracta, demasiado “mental”. Llegar a esa conclusión rápida sería evitar la experiencia. Lejos de ser abstracta, este tipo de indagación puede abrirte al corazón experiencial de la vida.

Está absolutamente claro que la conciencia está ocurriendo, pero ¿qué es lo que es/está consciente? ¿Puedes encontrarlo? ¿Lo que está consciente tiene características identificables? ¿Tiene algún color o textura? ¿Tiene un exterior y un interior? ¿Podrías darle la vuelta? ¿Revela algún movimiento? ¿Tiene algún tono sentimental por el cual puedes reconocerlo?

Descubrirás que no importa lo cuidadosamente que mires, no podrás encontrar nada identificable que sea consciente. “Tú” eres inencontrable.

Puedes participar en una auto-indagación similar haciendo preguntas como, “¿Qué es lo que piensa estos pensamientos?” “¿Qué es lo que siente estos sentimientos?” “¿Qué es lo que elige hacer esto en lugar de eso?” En cada caso, vendrás con las manos vacías. Nada se puede encontrar.

En algunas tradiciones no-duales, la “inencontrabilidad” del yo que se vuelve aparente con este tipo de indagación lleva a conclusiones tales como, “No tengo yo”, o “No hay yo”, o “Solo existe el Yo no personal (con una ‘Y’ mayúscula)”. Estas conclusiones son adicionales y pueden llevarnos sutilmente a otras formas de reificación. Lo único que hemos descubierto es que no podemos encontrar el yo, sea lo que sea. Eso es suficiente, quédate con la inencontrabilidad. Permite que tu experiencia simplemente se abra a una apertura como esta, en lugar de afirmar un nuevo descubrimiento de ausencia del yo o un “punto de vista no-dual”, que pueda parecer al principio no concluyente. Esto está bien. Parte de este trabajo es sentirse cómodo sin llegar a conclusiones sobre nada. Invitamos a la apertura natural a ser nuestra realidad viviente.

No tenemos que “conocer” lo que está pasando. Como Sufi Inayat Khan dijo: “El secreto de la vida no tiene límites. El conocimiento es limitado”. “Conocer” en el sentido típico implica un tipo de posesión, una afirmación mental por la cual pretendemos tener una medida de algo. La necesidad de conocer es en realidad una señal de inseguridad, la mente intenta organizar la realidad en partes “cognoscibles” que ayudarán a orientar y estabilizar la construcción del yo separado. Pero este esfuerzo por estabilizar al yo es en sí mismo desestabilizador, porque el esfuerzo es interminable. Siempre necesitamos conocer más, tener más opiniones y reforzar nuestras posiciones.

A medida que aprendemos a abrirnos a la Conciencia sin el filtro del concepto-yo, comenzamos a experimentar una mayor amplitud y facilidad en nuestras vidas. El estrés de tener que definir y juzgar nuestra experiencia se relaja. Nos encontramos simplemente presentes y completamente despiertos. Hay una frescura natural en cada momento cuando el concepto-yo ya no está ocupado generando y filtrando experiencia a través de él.

La liberación al inicio
Sin embargo, como sabemos, los hábitos del concepto-yo están profundamente arraigados. Se mantienen en su lugar mediante construcciones mentales y emocionales o historias que nos repetimos a nosotros mismos. Es como si formaran un elaborado caparazón a nuestro alrededor, ¡aunque no hay nada dentro! El método más confiable que usamos en el trabajo del Open Path para disolver este caparazón de interpretaciones e historias es simplemente verlas. Las observamos. Solo eso. Sin interpretaciones, auto-juicios o análisis. Simplemente el tomar conciencia de nuestros patrones repetitivos de identificación ―ya sean estos mentales, emocionales o centrados en el cuerpo― funciona como un tipo de medicina sin esfuerzo. Es esencial que permitir la Conciencia en el campo de esta manera no se combine con el juicio o la intención de un resultado. Jean Klein dice:

Si hay algo que hacer, es acostumbrarse cada vez más a la observación silenciosa libre de toda conceptualización. En esta observación silenciosa, estás completamente libre de pensar, de juzgar, alcanzar y lograr. Es una mirada inocente, una percepción pura. En esta observación silenciosa, no hay ningún tú ni otro. En cierto modo, necesitas cultivar la observación silenciosa. El primer paso es ver (darte cuenta de) que no observas libre de cualquier conclusión.

Los primeros textos tibetanos se refieren a una función específica aparente dentro de la naturaleza de la realidad: cualquier cosa que ocurra, ya sea un objeto, pensamiento, emoción o sensación, aparece y desaparece espontáneamente. Incluso cuando una cosa parece que permanece por un tiempo, en realidad está compuesta de cambios diminutos e instantáneos en su estructura. Además, nuestra consciencia de ello cambia continuamente. A veces llamado “liberación natural” o “liberación al inicio”, este reconocimiento apunta a la manera completamente sin esfuerzo en que todo es “sanado” espontáneamente. Lo que es no deja residuos.

A medida que aprendemos a vivir libres del concepto-yo y libres de sacar conclusiones o interpretaciones sobre lo que ocurre, es como si nos volviésemos congruentes con esta dinámica de liberación natural. Creamos menos turbulencias en nuestra vida. Nuestra experiencia se enriquece con facilidad. Las identificaciones y las construcciones mentales o emocionales pueden surgir momentáneamente en nuestra conciencia, pero no les damos mucho crédito. Las observamos pero no se hace nada al respecto y desaparecen por sí solas. Toda experiencia queda sin dejar rastro, como el vuelo de un pájaro en el cielo.

Cuando se percibe de esta manera, lo que surge en nuestra conciencia, incluso si se trata de una historia repetitiva o un trauma aparentemente insoluble, es naturalmente “liberado en su propio lugar”. La imagen que a veces se usa para la liberación al inicio es la de una serpiente con un nudo en ella. La serpiente se mueve y el nudo se desvanece sin esfuerzo. De la misma manera, nuestros aparentes nudos de conflicto, decepción y esperanza se liberan a medida que aparecen.

Facilidad
Una reflexión final: los tres temas tratados aquí ―la intimidad de la Conciencia, la ausencia del yo y la liberación al inicio― son maneras de hablar sobre la misma realidad subyacente, que mejor se puede denominar ausencia de esfuerzo o facilidad. Cada uno de estos temas se resuelve en la comprensión de que no hay nada que deba hacerse: todo ya es así.

No hay nada que deba hacerse: el cielo ya es vacío y vibrante; la Conciencia ya es íntima e ilimitada; el yo separado ya es inencontrable; el vuelo del pájaro ya no deja rastro. Estas frases apuntan simplemente a esto que se da libremente, lo que ya es así. En palabras de Peter Francis Dziuban:

Esta facilidad abierta y libre es Amor Incondicional. Es incondicional porque nunca se enfrenta a ninguna condición, solo “más y más” de su propia Apertura infinita. Este Amor Abierto es la suavidad que todo lo abarca con la que Tu Conciencia ahora está presente y consciente…

Esta Facilidad incesantemente desbordante es lo que nunca, nunca, dejarás de ser.

Esta Facilidad infinita que Tú eres permanentemente nunca, nunca, nunca va a desaparecer. No puede. La Facilidad es absolutamente Todo Lo Que Es….

Por Por Elias Amidon

Fuente: http://sufiway.org/

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