Fantasías del psicoanálisis

En la casuística médica tenemos muchos casos de cómo las ideas falsas del terapeuta pueden condicionar a un enfermo, impidiéndole la cura o agravándole la enfermedad. Tales casos son más frecuentes entre los psicoanalistas, por sus teorías muchas veces fantásticas.

El prestigioso Dr. Paul Chauchard comenta a este respecto:

En la lectura del lenguaje de los órganos, así como la interpretación de los sueños, los analistas han dado prueba de gran imaginación: una dermatosis (enfermedad de la piel) producida en una mujer por el uso del collar, testimoniaría el deseo inconsciente de independencia del marido. Tales fantasías, que lamentablemente son corrientes entre los psicoanalistas y a los que ellos les conceden una fe absoluta, han hecho mucho daño… Igualmente, afirmar que los trastornos originados por la situación social de la mujer de dependencia con respecto al hombre o las emociones del trabajador oprimido, son prueba de un deseo infantil inconsciente de mudar de sexo o de odio contra el padre, es absolutamente anticientífico.

Es lógico que, con tan ridículas interpretaciones psicoanalíticas, una señora normal psíquicamente no va a curarse de su dermatosis, ni un operario superará su angustia y consecuentes disfunciones. Más, algunas personas sugestionables y psíquicamente débiles (psicasténicas), podrán “sanar” por el poder del psiquismo…”Sanan” de una simple dermatosis, pero inyectan en su espíritu impresionable la voluntad decidida de separarse del marido, odiar al padre o ansiar cambiar de sexo. Son imprevisibles (o demasiado previsibles) las consecuencias de esas actitudes, sobre todo en esas personas sugestionables y “entrenadas” para ser juguete de su imaginación.

El complejo de Edipo no existe; es pura invención de la imaginación de Freud y de los psicoanalistas. Según las propias teorías freudianas y psicoanalistas, los locos (psicóticos) no tienen “censura”. Si existiese el complejo de Edipo, gran número de locos lo manifestaría. Pero no se tiene noticias de que ningún loco, no sugestionado por largos años de psicoanálisis, o haya manifestado.
Cuántas personas, además de no curarse o “curándose”, entre comillas, aún enferman, víctimas de tan absurdos complejos inyectados por el psicoanalista.

Y si esas cosas suceden dentro de la clase médica, a pesar de la llamada de alerta de modernos investigadores sobre el “peligro psíquico”, ¿quién podrá calcular el daño que los curanderos y SUS propagandistas hacen en millares de personas?: son criminales inconscientes.

En caso de enfermedades histéricas (como en caso de enfermedades imaginarias, de la que antes hablamos) el éxito del curandero es muy probable. “Enfermo” imaginario se cura fácilmente: le basta imaginar que no está enfermo, que está sano. La enfermedad histérica desaparece fácilmente con una representación de salud.

Más, en realidad, incluso cuando “curan” los curanderos y sus propagandistas merecen el apelativo de “criminales inconscientes”.

El descontrol de la imaginación y la histeria se causan en grandísima parte por el ambiente en que se mueven esas personas psíquicamente débiles. Los supersticiosos, viviendo en un mundo de fantasía, pierden toda autodeterminación y sentido crítico. Además, destituidos de sentido crítico, se dejan llevar a la deriva por su imaginación, y la emotividad y la sugestionabilidad les hacen imitar las enfermedades. Enfermo imaginario o histérico, “curado” de lo que no padecía realmente o simplemente fingía, se ahonda aún más en las redes de la imaginación y el fingimiento, siendo posteriormente víctima con mayor facilidad de enfermedades imaginarias o histéricas; entrenándose puede llegar a ser un maestro… Es un círculo vicioso perniciosísimo, verdadera enfermedad del ambiente en que viven millones de personas. Responsables principales son los curanderos (y sus propagandas) que en su ignorancia aún se vanaglorian de sus éxitos “terapéuticos”. En la cura psíquica, el médico bien formado sabrá servirse de los recursos psicológicos adecuados, en la justa medida sin incursiones en el peligroso campo de la imaginación y la histeria alienantes .

Notemos que no hay, hablando en propiedad personas histéricas, sino actitudes, hechos síntomas, enfermedades histéricas. La persona más normal en otros aspectos puede ser víctima (o agente) de una enfermedad histérica. El ambiente en que se vive, las ideas difundidas, principalmente las emotivas, son de suma importancia. El supersticioso es, o puede ser en otros aspectos, a persona más normal del mundo, pero cree, por ejemplo en el hechizo. En ese aspecto es un candidato a la histeria. En ese tema no actúa con sentido crítico, objetivo. Más o menos conscientemente simula estar “hechizado” y con su cuerpo fábula toda la sintomatología que él cree propia del hechizado.

El simple preguntar por los síntomas será capaz de ocasionarlo.

 

Cigaraotuso

Cigaraotuso Autor Tutor

Bodega de Esencias-Director-Tutor-Escritor-Editor

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