El problema de la obsesión reside, principalmente, en el estado de sutileza con el que se presenta, de tal manera que no es detectado con facilidad, pasando muchas veces totalmente desapercibido.
Son influencias sutiles que llevan a la persona perturbada a proceder de tal manera que se arrepentirá, probablemente, cuando alcance algún equilibrio.
Bajo tales influencias, las criaturas obran como verdaderas marionetas, completamente desposeídas de su propia voluntad. Sucede que los obsesores, se valen de procedimientos, con los cuales ponen en acción recónditas intensiones, deseos no manifestados, ocultos en los repliegues del ser, intenciones que pasan a estimular. Lo más común es que la persona se deje llevar por su lado negativo, y es allí, donde las sombras tienen su mayor campo de dominio en los seres humanos.
La mayoría de las veces, poca importancia damos a nuestros estados emocionales, que son muy cambiantes. Si reflexionamos, constataremos que, para desequilibrar nuestras emociones, los eventos más insignificantes se convierten en poderosos agentes que perturban nuestra aparente serenidad interior, conduciéndonos a estados de visible perturbación mental.
“Y es así que, a veces, somos locos temporales, grandes
obsesados por algunos minutos, alienados mentales en marcadas circunstancias de lugar o de tiempo, o aún, enfermos de la razón en periódicas crisis, médiums en lamentable desarmonía, por la permanencia
prolongada en actitudes viciosas, adquiriendo
compromisos de bajo tenor con acciones no muy felices que practicamos, semi-inconscientemente, sugestionados unos por otros, pero, ante la Ley, nuestra voluntad es responsable de todos nuestros problemas de sintonía.”
(Mecanismo de la Mediumnidad, André Luiz, psicografía de Francisco Cándido Xavier y Waldo Vieira, Cap. XVI.)
Y sobre todo, en la vida cotidiana es donde se patentizan tales manifestaciones, disfrazadas, comúnmente, con el nombre de “genio fuerte”. Es con esa disculpa — aceptada y generalizada por otros tantos seres humanos con igual “fortaleza de genio” — es que procuramos justificar nuestros desvíos del carácter, cuando nos asomamos por esa puerta con nuestra mala formación íntima, manifestándose en la irritación, en el mal humor, en la ira, la maledicencia, y procedimientos negativos. Dependiendo de la intensidad con la que en tantos otros esos estados se manifiestan, nos presentamos a los ojos de todos como enfermos del alma, cuya demencia temporal deja entrever nuestra pobreza espiritual. Alienados por largos o breves momentos, somos como un volcán en erupción, vomitando lava y fragmentos de materia que constituyen nuestro mundo interior, vinculados con otros seres en análoga situación, intermediarios, todos nosotros, de la desarmonía, del desequilibrio y de la locura.
Lo que se desprende de la advertencia de André Luiz, es que somos los únicos responsables por las sintonías infelices de nuestro hoy, gracias y siempre al largo camino de vicios que recorrimos en el ayer.
Acción y reacción. Causa y efecto. Hoy, lloramos bajo el peso de las aflicciones que nosotros mismos sembramos. Ahora, reclamamos por los padecimientos obsesivos que nos atormentan el alma. Somos los atormentadores, ahora atormentados, como nos dice Manoel Philomeno de Miranda.
OBSESIÓN Y DESOBSESIÓN. PROFILAXIS Y TERAPÉUTICA ESPÍRITAS. SUELY CALDAS SCHUBERT