Una sesión de hipnosis comienza con la presentación y conocimiento del terapeuta. Es necesario obtener un buen nivel de confianza, una buena alianza terapéutica entre el paciente y el hipnotizador, para que las sugestiones de este último hagan efecto sobre el otro.
Al iniciar el procedimiento el hipnotizado entra en una primera fase o grado 1 de hipnosis. En este nivel el sujeto se halla en un estado de gran concentración, y la sensación corporal que nota es la de gran pesadez.
La fase 2 es el paso siguiente en cuanto a nivel de concentración. La sensación corporal que se obtiene es la de no movimiento; si el hipnotizado intentara moverse, tendría la sensación de no poder. También puede darse el caso contrario, el hipnotizador puede inducir una sensación de movimiento y lograr que el paciente realice ciertos movimientos.
La fase 3 es la fase de mayor concentración. La sensación corporal es la de no existencia, es decir el hipnotizado no tiene consciencia de poseer cuerpo. Es este último el estado de las regresiones, en el que el hipnotizado va recordando cosas del pasado, de su infancia y las revive, hasta el punto incluso de revivir experiencias que no recordaba. Estas son las tres fases de una hipnosis.
Prácticamente todo el mundo puede llegar a una fase 1 de la misma, generalmente en 5 ó 10 minutos. Esta ya es en sí una fase útil y cooperativa para las cosas que se realizan habitualmente en hipnosis médica. Cuesta, según el caso, entre 15 y 20 minutos el llegar a la fase 2. Es fácil llegar a la misma después de haber obtenido en distintas sesiones cuatro o cinco fases 1. La fase 3 es la más difícil de conseguir, puede llevar incluso horas el obtenerla a pesar de estar el paciente bien entrenado y después de haber obtenido en múltiples ocasiones una fase 2. Para mejorar estos resultados el paciente puede realizar entrenamientos personales en su domicilio mediante la grabación de una inducción con la voz del hipnotizador.
En general todo el mundo puede ser hipnotizado y llegar a una fase 3, pero hay gente que tiene una mayor facilidad para ello, depende de lo sugestionable que sea el paciente. En todo caso la hipnosis es un procedimiento que se aprende, y es el hipnotizador quien enseña al paciente como llegar a este estado de gran concentración. Es por este motivo que es útil el que el paciente ensaye en su domicilio con cintas pregrabadas.
Ricard Bru, hipnólogo diplomado en Psicología Clínica y director del Instituto Flashback de Málaga, señala que en los sujetos experimentados en el sometimiento a hipnosis el proceso es más rápido, porque tienen una preparación importante que hará más fácil la sesión.
El hipnólogo Horacio Ruiz explica que en hipnosis se relajan los músculos y la respiración, y el sistema nervioso autónomo no distingue los hechos imaginados de los hechos realmente vividos, por lo que ante un hecho imaginado sugerido por el hipnotizador, el sistema nervioso autónomo reacciona con la misma respuesta fisiológica con la que reaccionaría si ese hecho fuese real.
José de Zor G. M. afirma que durante el trance hipnótico el individuo se encuentra en un estado de alta sugestionabilidad. Este estado de sugestionabilidad tiene lugar porque se produce una disociación entre el consciente y el inconsciente en nuestra actividad mental. En estado de hipnosis el individuo opera con su inconsciente, en el que disminuye la capacidad de raciocinio y auto-consciencia, y cualquier sugerencia por parte del hipnotizador será admitida como un hecho real.
Para que un sujeto llegue a un trance hipnótico, debe pasar por varios estados. Primero pasará por un “estado letárgico”, afirma de Zor, donde “el sujeto relaja la musculatura de su cuerpo en general”. Después se llega al “estado cataléptico”, donde “la persona se relaja más” y su cuerpo puede llegar a experimentar una “rigidez total”. Finalmente llega el “estado sonambúlico, en el que el individuo es capaz de abrir los ojos sin salir del sueño hipnótico, aceptando todas las sugestiones que le imponga el hipnotizador”.
Los hipnólogos de la Escuela Superior de Hipnosis Clínica señalan algunas de las características que presentan los sujetos hipnotizados durante el proceso hipnótico: Se produce una “inexpresividad facial”, con una “mirada fija y vacía”. También tiene lugar una “pasividad motora y psíquica” y un “aumento de la sugestionabilidad”. El “ritmo respiratorio (…) y cardiaco” disminuyen, y “en el estado sonambúlico se produce una amnesia total”.
Ricardo Ros explica, que durante el proceso hipnótico se producen “alteraciones de nuestra postura en el mundo, concretadas por una disminución de las correlaciones con el mundo exterior”. También dice que “en realidad, la hipnosis es lo más alejado del sueño” porque “la persona que está hipnotizada está más despierta y receptiva que en otros estados de la conciencia”.
Brian Weiss afirma que “cuando uno lee en estado de relajación un libro sin oír ruido alguno” está en cierto modo hipnotizado.
Ramiro Calle, profesor de yoga y fundador del Centro de Yoga y Orientalismo “Shadak”, cuenta que: aunque pudieran parecer similares, los estados de meditación del yoga y los estados de trance de la hipnosis tienen “muy pocos puntos en común”. “En la hipnosis se utilizan a veces técnicas como la relajación y la concentración, pero la hipnosis sigue un camino totalmente diferente a lo que son las técnicas de superación de la consciencia ordinaria del yoga”.
El hipnotizador puede hacer que el sujeto recuerde o no lo que ha sucedido durante el proceso hipnótico simplemente sugiriéndoselo: “Cuando salgas de este estado no te acordarás de nada”. En las horas posteriores el sujeto sí se puede acordar de lo que ha sucedido, aunque, según afirma Horacio Ruiz, la sensación que tendría el sujeto respecto a lo que ha pasado durante el estado de hipnosis sería similar a la sensación que se experimenta cuando se quiere decir una palabra que se tiene “en la punta de la lengua”, una palabra cuyo significado conocemos y sabemos pronunciar normalmente pero, por alguna razón, no sabemos pronunciar en un determinado momento.
Cigaraotuso