Homilía de Funeral

 

 

Estoy seguro de que muchos de vosotros estás pensando en este momento el absurdo de la vida, y posiblemente también muchos se habrán rebelado contra Dios, diciendo que no hay derecho, que es injusto.

* Ayer mismo comentaba con un grupo de amigos de Juan estas cosas. Es cierto que estaban afectados profundamente. Y les voy a decir una cosa: De verdad que la vida, esta vida que nos estamos construyendo y que nos están programando… no tiene sentido, es un absurdo, no se si merece la pena vivir como estamos viviendo o nos están haciendo vivir.

* Y es que la vida humana es un misterio, es un don, es un mundo por descubrir. Y en nuestro orgullo y infantilismo humano: con la ciencia y el progreso se nos ha subido a todos los humos a la cabeza y creemos dominar todo: la propia vida humana. Pensamos que ya no hay nada que se nos resista, somos los dueños de todo.

* Lo doloroso, lo triste es que tienen que llegar estos momentos, Dios no es culpable. Dios no lo ha querido ni permitido para que caigamos en la cuenta de lo que somos, y a dónde hemos llegado y a dónde vamos.

* La vida tiene sentido, no es un absurdo, ni un capricho de Dios… pero no el que nosotros le damos. Aún, con todo lo que nos creemos, no hemos encontrado el valor y el sentido de la vida.

* Tanto dinero invertido en armas, en técnica, en progreso y qué estamos haciendo de la persona, de la vida …… Ese es el absurdo que estamos cometiendo. Contra esto hay que rebelarse como lo hizo Jesús.

* La vida de Cristo tuvo sentido. Y su muerte. Claro que sí. Por qué no le damos ese sentido de amor, convivencia.

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