La oración nos acerca a la pura presencia, intento estar puramente presente sin nada más. La oración no es plantear preguntas, ni crearse problemas, ni dar explicaciones. No es una imagen, no es una palabra, no es un nombre. Es una Presencia. Es la presencia de Dios. Se trata de estar sin pensar. Estar presente para vivir el silencio interior, un silencio muy presente, muy vivo, pero sin palabras y sin explicaciones. Es como la presencia de ti misma, pero que es mucho mayor. Miriam me pregunta: «¿Cómo se conecta con esta Presen-cia?». No es que uno conecte, sino que la Presencia conecta contigo. Te puedes preparar para que pueda llegar, fundamentalmente en el silencio. Si estás en silencio, muy presente, entonces la Presencia viene lentamente. Sería muy bueno si siempre viviéramos en la Presencia. La presencia de Dios, la pura presencia y la presencia del silencio son las que nos llevan a una paz profunda. Se vive la presencia de Dios en el silencio interior. Un silencio donde yo estoy, pero no hago nada y no pasa nada: eso acerca a Dios. Aunque siempre pasen cosas, lo que pasa en el exterior pasa fuera y uno puede dejar de pensar en ello, retirarse y entrar en el silencio. Las cosas que pasan internamente, que nos causan problemas, son más difíciles de frenar. Aun así es posible llegar al silencio interior. Entonces uno avanza. Cuando tengo problemas, situaciones del mundo, los dejo fuera de mi mente y me voy al silencio, hasta que llego a la esencia y a la percepción de Dios. Llegar al silencio interior, esto es lo primero, lo importante y, después, una conexión con la presencia de Dios. Eso: es todo.
En la meditación no hay imagen ni palabra, es pura presencia. Para llegar a esta pura presencia, para llegar al silencio, hay que empezar con pequeños silencios. Si alguien tiene mucho trabajo, debería reservar algo de tiempo para la pura presencia. Al que nunca lo hizo, le recomendaría hablar con una persona que ya medita en presencia, que le explique cómo meditar. Para meditar iniciamos en silencio. Con pocas palabras. Con mucho silencio. Es posible que cuando mediten tengan muchos pensamientos. De hecho esto no es ningún problema. Es importante aprender a estar centrados en una cosa. Podemos centrarnos en algunas palabras, las necesarias, por ejemplo de agradecimiento a Dios, de oración a Dios. Tengamos presente todo lo que agradecer a Dios, a nuestros padres, a nuestros hermanos y a la vida. Es mejor quizá empezar con un nombre. Puede ser el nombre de Dios, una sencilla oración o una afirmación, una palabra que uno le dice a Dios. Repite esta palabra y después entra en el silencio. La buena oración es en silencio. Es estar muy, muy, presente en el silencio.
Para quien no es creyente, puede iniciar la práctica en el silencio. Se dará cuenta de que al principio tiene muchos pensamientos, y lentamente viene un momento en el que no hay nada, solo la presencia. Es necesario percibir que algo hay y algo está y que tenemos que conocerlo. Si uno lo toma en serio, entonces poco a poco percibe no solo al sí mismo, sino también percibe algo de la realidad, percibe lo que es. Si se profundiza en eso, uno percibe al sí mismo y poco a poco percibe la Presencia. En este libro recibirás recomendaciones para aprender, para practicar y para acompañar y compartir con otros.
Conocerse es estar y admitir lo que es y lo que uno es. Es ser uno mismo. Es una comunicación y un acercamiento a Dios. Uno se siente más y más cerca de Dios. Dios es tan grande que no se puede describir mucho con palabras. Puedo decir que sentí su Presencia, pero mucho más no puedo decir. Esta presencia se muestra en la comunicación con las personas. Uno entra fácilmente en comunicación con las personas. Cuando las personas solo critican y tienen mala comunicación, entonces allí no hay presencia de Dios.
Para vivir la Presencia, es muy importante amar a los padres, amar a la madre y al padre. Es fundamental amarlos teniendo en cuenta que hay una comunicación muy directa entre padres e hijos. El hijo ha nacido de su propio cuerpo, la conexión es muy íntima. Cuando los padres no quieren a sus hijos, estos sufren una confusión muy grande, porque son sus hijos. Si los hijos no aman a los padres, hay un bloqueo interior que dificulta el que puedan estar en presencia plena. Miriam explica en el libro cómo atravesar estas dificultades.
Durante el día volvamos lo más posible a la Presencia. Es bueno estar siempre algo conectado. Dios mismo nos ayuda a volver a su Presencia. El deseo de estar con Dios y la conciencia de estar con Dios es importante. Mi deseo para la humanidad es que las personas se acerquen a Dios. La presencia de estar en Dios es algo universal. Si la humanidad se acerca a su Presencia, habrá más paz en todos los seres humanos, y habrá mucho bien. Tener siempre presente la presencia de Dios. Esto sería lo más importante. Hay que aprender a estar con Dios y volver siempre a la Presencia.
Franz Jálics
Budapest, septiembre de 2019