La visión del conocimiento

 

 

Varias personas me han contado que durante sus encuentros con la “muerte” tuvieron fugaces visiones de un ámbito de existencia enteramente aparte en el que todo conocimiento —ya fuera del pasado, del presente o del futuro— parecía coexistir en una especie de estado intemporal. En otras versiones, esto se me ha descrito como un momento de iluminación en el cual el sujeto parecía tener conocimiento de todas las cosas. Al tratar de hablar acerca de este aspecto de su experiencia, todos han comentado que dicha experiencia era en último término imposible de expresar. Todos coincidían también en que esa sensación de completo conocimiento no persistió después de su regreso; en que no trajeron consigo ninguna suerte de omnisciencia. Estaban todos de acuerdo en que esta visión no les quitó las ganas de intentar aprender en esta vida, sino que, por el contrario, les alentó a ello.

La experiencia ha sido comparada, en varios de los relatos, a un fogonazo de percepción universal, a instituciones de enseñanza superior a una “escuela” y a una “biblioteca”. Todos hacen hincapié, sin embargo, en que las palabras que están utilizando para describir esta experiencia son sólo, en el mejor de los casos, pálidos reflejos de la realidad que tratan de expresar. Por mi parte, yo tengo la impresión de que tal vez haya un estado de consciencia subyacente en la raíz profunda de todos estos relatos.

Una mujer que había “muerto” me proporcionó el siguiente informe en el curso de una prolongada entrevista.

Mencionó usted antes que parecía como si hubiese tenido “una visión de conocimiento”, si es que se la puede llamar así. ¿Me podría hablar de ello?.

Eso parece que ocurrió después de ver pasar mi vida ante mí. Era como si de repente tuviese conocimiento de todas las cosas, de todo lo que había comenzado desde el principio de los tiempos, de todo lo que seguiría durante toda la eternidad; durante un segundo me pareció conocer todos los secretos de todas las edades, todo el significado del universo, de las estrellas, de la luna…, de todo. Pero tras mi decisión de regresar, estos conocimientos se desvanecieron, y no recuerdo nada de ellos. Parece ser que cuando tomé esa decisión se me dijo que no retendría nada de ese conocimiento. Pero mis hijos me seguían pidiendo que regresara… Este todopoderoso conocimiento se abrió ante mí. Me decían, al parecer, que iba a seguir enferma durante bastante tiempo y que estaría en peligro de muerte otras veces; y, ciertamente, lo estuve en varias ocasiones posteriormente. Me dijeron que parte de esto sería para que se borrase ese todopoderoso conocimiento que había recogido…, que se me había otorgado el conocimiento de los secretos universales y que tendría que transcurrir algún tiempo para que olvidase ese conocimiento. Pero sí conservo el recuerdo de que una vez lo supe todo, de que eso ocurrió, pero que no era un don que conservaría si regresaba. Mas yo opté por regresar junto a mis hijos… El recuerdo de todas esas cosas que ocurrieron se ha conservado muy nítido, todo excepto aquel fugaz momento de conocimiento. Y también aquella sensación que tenía de conocerlo todo desapareció cuando retorné a mi cuerpo. ¡Parece una tontería! Sí, suena a tontería cuando lo dice una en voz alta…, o así me suena a mí, porque hasta ahora nunca había sido capaz de sentarme a hablarle a nadie de ello. No sé cómo explicarlo, pero yo sabía, conocía… Como dice la Biblia, “Todas las cosas os serán reveladas”. Durante un minuto no hubo pregunta que no tuviese respuesta. Cuánto tiempo tuve este conocimiento, eso no podría decirlo. En todo caso, no se trató de tiempo terrenal.

¿Bajo qué forma le pareció a usted que se le presentaba este conocimiento? ¿Era en palabras o en imágenes?
Bajo todas las formas de comunicación, imágenes, sonidos, pensamientos… Era todas tas cosas y cualquiera de ellas; como si no hubiese nada que no fuese conocido. Todo conocimiento estaba allí, no ya un solo campo del mismo, sino todas las cosas.

Me pregunto una cosa. Yo he dedicado gran parte de mi vida a la búsqueda de conocimiento, a aprender. Si lo que usted me cuenta ocurre, ¿no es como si ese tipo de esfuerzo careciese de sentido?.

¡No! Uno sigue queriendo buscar el conocimiento incluso después de regresar aquí. Yo continúo tratando de encontrarlo… No es una tontería tratar de hallar las respuestas en este mundo. Yo tenía en cierto modo la sensación de que eso constituía en parte la finalidad de nuestra peripecia personal…, pero que ese conocimiento no era sólo para una persona, sino para que se beneficiase de él toda la humanidad. Estamos siempre tendiendo la mano para ayudar a los demás con lo que sabernos.

Hay una consideración que quisiera hacer acerca de este relato al llegar a este punto del mismo. Esta mujer tenía claramente la impresión de que parte de la finalidad de su lenta y larga recupe ración fue hacerle olvidar casi todo el conocimiento que le había sido revelado. Esto sugiere la existencia de algún mecanismo que opere teniendo por función bloquear el conocimiento adquirido durante este estado de existencia, para que el sujeto no pueda llevárselo consigo al volver al estado de existencia física. Me impresiona la semejanza existente entre esta ¡dea y la que expresa Platón —de forma evidentemente metafórica y poética— cuando relata la historia de Er, un guerrero a quien se había dado por muerto y que volvió a la vida cuando estaba ya sobre la pira funeraria. Er había visto muchas cosas en la otra vida, pero se le dijo que debía retornar a la vida física para contar a los demás cómo era la muerte. Inmediatamente antes de emprender el regreso, vio unos espíritus a los que se estaba preparando para nacer a la vida:

Todos ellos hacían la travesía de la llanura del Olvido, en medio de un terrible y sofocante calor, pues el paraje estaba desnudo de árboles o de cualesquiera otras plantas, y a la caída de la tarde acamparon junto al río de la Desmemoria, cuyas aguas ninguna vasija puede contener. A todos ellos se les dijo que bebiesen una cierta cantidad de agua, y todos aquellos a los que su buen juicio no salvó, bebieron más de la cantidad indicada; y cada uno de estos últimos, en el instante en que bebió, olvidó todas las -cosas. Y tras caer dormidos, y en mitad de la noche, se oyó el fragor de un trueno, y la tierra tembló, y se vieron súbitamente arrebatados por los aires, unos en una dirección, otros en otra, como estrellas fugaces, hacia los lugares donde habían de nacer. En cuanto a Er, según él mismo contó, no se le permitió que bebiese de aquel agua, añadiendo que, no obstante, no sabría decir cómo y por cuál camino regresó a su cuerpo, sino sólo que, recobrando súbitamente la vista, se encontró tendido, al alba, sobre la pira funeraria.

El tema central que se nos presenta aquí, que antes de regresar a la vida tiene que tener lugar un cierto proceso de “olvido” del conocimiento que se tiene en el estado de eternidad, es semejante en ambos casos.

En el curso de otra entrevista, un joven me contó lo siguiente: En ese momento yo estaba en una escuela o universidad…, y era algo real. No eran imaginaciones mías. Si no estuviese absolutamente seguro, diría: “Bueno, existe la posibilidad de que hubiera estado en ese lugar”. Pero era algo real. Era como una escuela; no había en ella nadie, y, sin embargo, había mucha gente; pues si uno miraba a su alrededor, no veía nada…, pero si prestaba atención, sentía, notaba la presencia de otros seres alrededor… Era como si me llegasen lecciones y tuviese la certeza de que seguirían llegándome…

Es interesante. Otra persona me ha contado que entró en lo que él llamó “biblioteca” e “instituciones de enseñanza superior”. ¿Es algo así lo que está usted tratando de decirme?¡Exacto! Ve usted, al oír lo que me dice que esa persona le contó sobre ello, tengo la impresión de saber exactamente lo que su interlocutor quería decirle, de saber que ha pasado exactamente por lo mismo que yo. Y, sin embargo, las palabras que yo usaría son distintas, porque realmente no hay palabras para ello. No es posible describirlo. No se puede comparar con nada de este mundo. Los términos que uso están muy lejos de lo que quiero describir por medio de ellos…, pero es todo cuanto puedo hacer; porque se trata de un lugar donde el lugar en sí es conocimiento. En él se tienen a plena disposición el conocimiento y la información, la totalidad del conocimiento… Se absorbe conocimiento… Súbitamente conoce uno las respuestas a todos los interrogantes… Es como si uno enfocase mentalmente un objetivo fotográfico hacia un punto determinado, y el conocimiento, como en un efecto de “zoom”. empezase a fluir desde ese sitio hacía uno, automáticamente… Es como si uno hubiese seguido una docena de cursos de lectura acelerada. Y sé al pie de la letra de qué está hablando este hombre que dice usted, pero ya ve, yo estoy expresando el mismo tipo de consciencia con mis propias palabras, que son diferentes… Yo continúo buscando el conocimiento: “Buscad y encontraréis”. Uno puede encontrar por sí mismo el conocimiento. Pero yo rezo para que se me conceda tener buen juicio, buen juicio por encima de cualquier otra cosa…

Una señora de mediana edad lo describió de esta manera: Hubo un momento en esto —bueno, es que no hay manera de describirlo- que fue como si yo supiese todas las cosas… Durante un momento, allí, fue como si la comunicación no resultase necesaria. Tenía la certeza de que cualquier cosa que quisiera saber, podría saberla.

 

de: Reflexiones Sobre La Vida Después De La Vida – Raymond A. Moody, Jr.

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