La tristeza nos embarga hoy al tener que despedir a un hermano, que sólo Dios conoce.
La verdad que para nosotros puede que no signifique nada, ya que es un desconocido. Pero, no para Dios, porque el es su Creatura, al igual que todos nosotros. La insignificancia de este hermano desconocido la determina nuestro ego que nos hace sentir significantes ante un vagabundo, pero al ego le estamos jugando una mala pasada, porque no hemos perdido la esperanza y le hicimos caso a nuestro corazón y no a nuestra lógica razón, y supimos que alguien aún puede hacer algo por nuestro hermano. ¡Y somos nosotros!… ¡Sí!… Con la fuerza del amor que llevamos encima, ese amor que es bondad, comprensión y compasión… Dios no quiere que se pierda. Porque con solo una pequeña gota de ese amor que Jesús nos legó, y en su Nombre, le podemos dar una vida que aquí no le supimos dar.
Todos hemos hecho algo bueno en la vida, pero pongámonos la mano en el corazón, ¿qué hicimos nosotros para ayudar a este hermano? Y todos hemos hecho algo malo también. Todos hemos pedido perdón por nuestros pecados… ¿pero nos arrepentimos alguna vez? Y todos ¿hemos perdonado?. ¿Lo hemos intentado alguna vez?. ¡Y llegó la hora de pedirle perdón a este desconocido que sólo Dios conoce!.
Le pidamos perdón a él… y hagámoslo ahora porqué Jesús nos dice: que oremos en la fe por el vagabundo para que viva para siempre, ¡y con fe y esperanza pidamos por su resurrección! Porque él no puede morir y perderse… ¡Por eso pidámosle a Jesús que tenga compasión y le entregue la llave que abre la puerta del cielo.
De su vida no conocemos nada, sólo, que nosotros hicimos a ese derruido hombre. No sabemos de sus actitudes ni de sus aptitudes… pero, en vida fue un hombre…
Pidámosle al Vagabundo que interceda por nosotros pidiéndole a los Ángeles de Luz que nos den la posibilidad de encontrar el sentido a la Vida y el sentido a nuestra Muerte.
Pedimos: que Dios lo tenga en su gloria y lo libre de todo los malo para que pueda elegir vivir eternamente acompañado de una alegría que en esta vida se la negamos.
