Sugestion

La autohipnosis no la diferenciamos con la autosugestión, puesto que ambas denominaciones debían entenderse como el producto de un solo fin consistiendo en el cambio de conductas, o en la producción de alguna en particular; la hipnosis también deberemos entenderla como análoga a la sugestión.

El fin por el cual el sujeto llega al estado de hipnosis, aunque este seda a ser hipnotizado, lo que obra es la sugestión que implica sea un objeto externo a él. Dicho objeto puede ser una simple cosa, siempre que para el sujeto cause la necesaria impresión que lo lleve a estado; o bien, un operador que mediante su lenguaje verbal y gestual provoque lo mismo. La cosa pues o el operador, se tornaron hipnóticos para el sujeto; o en otros términos, obraron por sugestión que éste aceptó.

Claro está, que la hipnosis es el estado y sugestión es el medio que lleva a tal estado, pero la hipnosis es un sueño subjetivo y al serlo de esta manera se pone en relación analógica con la sugestión, sin que en ese sentido se encuentren diferencias. Esto será pues, siempre y cuando la sugestión se aplique para hipnotizar y no en otras áreas de diferente mecánica psíquica. Tal es así, que se ha vuelto común no nombrar a la hipnosis separada de la sugestión, se dice por ejemplo sugestión hipnótica cuando se va a operar con hipnosis o cuando un sujeto esta hipnotizado.

Ahora bien, recordando nuevamente el tratado anterior de autosugestión convenimos, por lo aprendido, que era el sujeto que se autoinducía de acuerdo a una experiencia, cosa que para este tratado nos serviremos de lo estudiado.
A este respecto nada cambiaría si no fuera que ahora hace falta un agente provocador que cree sobre la psiquis del sujeto una dirección implícita y que ésta la elabore en ese sentido y no en otro, y hasta por agregación; es decir, que magnifique lo sugerido por dicho agente.

La sugestión que el agente aplique y para que se determine su eficiencia no deberá quedar en la mente del sujeto como una simple elaboración sin reacción. Por tanto, una vez que el sujeto ha recibido la sugestión y la ha elaborado y a su vez magnificado, dicho proceso deberá ser observado, pudiendo, que para el caso, se exprese con todo el lenguaje corporal y las emociones concomitantes a este respecto, como también verbalice en ese sentido.

Para ser más implícito, si a un sujeto en estado hipnótico le sugestionamos diciéndole que es una gallina, la reacción por la elaboración y magnificación nos hará verlo casi en cuclillas, llevándose las manos fijándolas sobre el pectoral, y en esa posición, elevando los codos hacia arriba y hacia abajo como imitando el aleteo de la gallina, mientras que su cabeza irá hacia arriba y de izquierda a derecha; cosa que mientras que hace todo esto con su lenguaje corporal, con su lenguaje verbal imitará el cacarear de la gallina.

En el ejemplo dado podemos observar como se unen tanto el lenguaje verbal como el corporal, pero no en todos los casos sucede de esa manera. Un sujeto puede que únicamente utilice el lenguaje verbal para expresar una personalidad que el operador le indujo, desarrollándola con todo su esplendor, diciéndose quién es, la edad que tiene, con quien está casado, cuántos hijos posee, dónde vive, de qué trabaja, en fin, y todo lo recurrente que por la elaboración se haya asociado; mientras que lo dice, lo veremos en total estado de pasividad corporal.

En sentido contrario, puede muy bien que el lenguaje verbal no aparezca, sino únicamente se observe el corporal en toda su magnitud; así, al decirle al sujeto hipnotizado que se encuentra frente a un león al acecho, le observaremos cómo empalidece y cómo su lenguaje corporal expresa todo el síntoma de un real temor.

La sugestión aplicada al sujeto por el agente para que cobre su efecto en la dirección que éste la sugirió y que a su vez se magnifique, debe el sujeto poseer en su material ideológico datos que estén relacionados, así se sucederá el fin último. Pero deberemos agregar que magnificar la sugestión puede exceder los límites de lo previsto y el sujeto generar una conducta desmedidamente exacerbada a la medida media esperada que se tenía como reacción de éste.

Por ejemplo, si a un sujeto que hipnotizado se le da de beber agua salina sugestionándole que dicho agua es muy dulce, la medida esperada es que se observe una conducta corporal de agrado por lo bebido y no de repulsión por lo salado del agua, pero si éste hace un desmayo y al atendérselo clínicamente da como diagnóstico médico, que el cuadro es claramente un coma diabético, se observa fácilmente la magnificación exacerbada en la elaboración que el sujeto ha tenido sobre la sugestión que se le aplicó, cosa que aunque parezca que el caso que citamos es hipotético es uno de los tantos que suceden y que pertenecen a nuestro archivo.

Habiendo aclarado cómo la sugestión opera y como son las reacciones que se esperan del sujeto tenga para con ella, pasamos a observar diferentes ejemplos a este respecto, donde veremos cuánto tendrá que ver el material ideológico del sujeto basado en sus creencias, tendencias, etc., y que cada uno en su particularidad reaccionará de una manera o de otra, diferenciándose siempre de otros sujetos.

 

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